jueves, 11 de febrero de 2016

Las innovaciones de la informatica

Las ideas deben justificarse con una utilidad práctica. Esta máxima, aplicada a la ciencia, hizo de la tecnología del medio oriente, la primera del mundo. Claro que no todo había sido inventado por ellos. Una gran parte procedía de las naciones integradas al imperio romano o llegaba de más lejos aún, de India y de China.
De esta última, trajeron el papel, conocido allí desde tiempos antiquísimos o, mejor dicho, los secretos de su elaboración. A partir del siglo IX empezó a fabricarse en el Irán oriental el finísimo papel Samarcanda, y en siglo XII se producía ya otro muy bueno en España, en Játiva.
Si la difusión del papel fue un éxito, otras innovaciones que hubieran hecho adelantar siglos a la humanidad no prosperaron. En la Transoxiana, en la actual Uzbekistán, vivían los seguidores del profeta Mani, maniqueos o dualistas, a quienes los árabes consideraban en posesión de viejísimos secretos.
Ellos usaban en el siglo VIII un sistema de reproducción de textos sobre papel similar a la imprenta. Eran planchas de madera talladas con inscripciones relativas a la religión, que se entintaban con rodillos y sobre las que se presionaba una hoja de papel.
Los árabes desempeñaron un rol importantísimo en la extensión de las técnicas agrarias. Hijos de una raza sedienta, llegaron al virtuosismo en el diseño de sistemas de aprovechamiento y distribución hidráulica, lo que hace que construyan molinos, norias y azudes.
Durante el siglo X, había ingenios flotantes que aprovechaban la corriente del Tigris para moler el grano. La forma de regadío implantados por ellos en el Levante español y en Andalucía están consideradas como grandes obras maestras.También eran los amos del sector textil. La seda dejó de ser monopolio chino debido a los árabes, que la empezaron a producir en Irán hacia el siglo VII. Dominaban el mercado del algodón Indio y disponían de la enorme industria textil egipcia.
 Desarrollaron notablemente la técnica de los metales, que producían y trabajaban con delicadeza. Además eran muy celosos de los secretos de la fabricación de sus armas, de las que contaban historias fabulosas.


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